En la historia del hombre de estos últimos dos milenios, la misión del cristiano siempre fue ardua, pero siempre lo espinoso fue derrotado por el amor y la confianza en Cristo Jesus. Sin embargo confesar abiertamente a Jesucristo y vivir los valores evangélicos ha tenido, y tiene, sus dificultades y también sus riesgos. Los mensajeros del evangelio siempre tienen la posibilidad cierta de sufrir alguna forma de persecución, aunque mas no sea, la ironía la burla, pero a pesar de estas cosas, el Señor nos persuade a superar toda forma de temor a los hombres.
“Hasta mis amigos más íntimos acechaban mi caída”
Los hombres leales a Dios de todos los tiempos, siempre han superado los
temores con la confianza de que el Señor esta con nosotros, Decía el Profeta Jeremías que: “Oía los rumores de la gente”, ..“¡Terror por todas partes!”, “¡Denúncienlo! ¡Sí, lo denunciaremos!”,...“Hasta mis amigos más íntimos acechaban mi caída”..“Pero el Señor está conmigo”…..“por eso mis perseguidores tropezarán”, “se avergonzarán de su fracaso”…¡Canten al Señor, alaben al Señor, porque él libró la vida del indigente del poder de los malhechores! (del texto deJer 20, 10-13)
temores con la confianza de que el Señor esta con nosotros, Decía el Profeta Jeremías que: “Oía los rumores de la gente”, ..“¡Terror por todas partes!”, “¡Denúncienlo! ¡Sí, lo denunciaremos!”,...“Hasta mis amigos más íntimos acechaban mi caída”..“Pero el Señor está conmigo”…..“por eso mis perseguidores tropezarán”, “se avergonzarán de su fracaso”…¡Canten al Señor, alaben al Señor, porque él libró la vida del indigente del poder de los malhechores! (del texto deJer 20, 10-13)
El profeta Jeremías, debe sufrir la tensión entre ser fiel al mensaje de Dios o ser complaciente con sus adversarios. El profeta sabe que Dios está de su parte y que debe denunciar y anunciar aquello que Él le indica. Y lo más importante, el sabe y tiene mucha fe en el Señor y expresa: “El Señor está conmigo”
“No temáis, nos dice el Señor”
En muchas ocasiones, el Señor nos dice que no tengamos temor, que confiemos en El, sin embargo nos rendimos a las desconfianzas, a los recelos, ¿Por que?, nos cuesta mucho tener fe?, ¿No le creemos al Señor? , ¿Qué nos pasa?”.
“Pero él les dijo: -Soy yo. No temáis.- (Jn 6,20), “El ángel les dijo: -No temáis, pues os anuncio una gran alegría, que lo será para todo el pueblo”- (Lc 2,10), “No temáis; valéis más que muchos pajarillos”. (Lc 12,7), “-¡Animo!, que soy yo, no temáis.-“(Mc) 6,50), “No temáis, pues sé que buscáis a Jesús, el Crucificado; (Mt 28,6), “-No temáis. Id, avisad a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán-“ (Mt 28,10 )
En una ocasión, Jesús estaba en la popa de la barca junto a sus discípulos, pero El estaba durmiendo sobre el cabezal, cuando se desato una tormenta. Todavía no conocían su gloria los discípulos que estaban con El, y aunque creían que despierto podía mandar a los vientos, no creían pudiera hacerlo estando dormido o descansando. Por eso lo despertaron y le dijeron: “¡Maestro! ¿No te importa que nos ahoguemos?” Luego cuando El Señor ordenó la calma de la tormenta les dijo: “¿Por qué tienen miedo? ¿Cómo no tienen fe?” Reprendió entonces a sus discípulos por su falta de fe. Si hubieran tenido fe, hubiesen creído que aún durmiendo podía conservarlos sanos y salvos. (Mc 4, 35- 41).
No nos reprochemos por tener temor, si por no tener fe, el temor es algo propio de todos nosotros, pero aunque sea parte de nosotros este sentimiento, en muchas circunstancias la fe será el remedio y por supuesto la oración confiada de que El Señor camina con nosotros.
“Aunque pase por valle tenebroso, ningún mal temeré, porque tú vas conmigo; tu vara y tu cayado, ellos me sosiegan.” (Sal 23)
“NO TEMAN A LOS HOMBRES”
“No teman a los hombres. No hay nada oculto que no deba ser revelado, y nada secreto que no deba ser conocido. (Mt 10, 26-33)
Nuestro Señor Jesucristo, quiere fortalecernos, a que no debemos temer y nos pide que: “Lo que yo les digo en la oscuridad, repítanlo en pleno día; y lo que escuchen al oído, proclámenlo desde lo alto de las casas.”. Como nada le podemos ocultar al Señor, el conoce que por muchos motivos podemos no anunciar lo que creemos, entre otras cosas por comodidad, inseguridad, temor y miedo, o incluso por presiones internas o externas. Sin embargo ninguno de estos motivos es suficiente para no ser fiel a la dimensión profética de nuestro bautismo. Aquello que escuchamos “en lo oculto” debemos saber comunicarlo y anunciarlo a los hombres y mujeres de nuestro tiempo.
Entrando en el contexto en el cual Jesus pide lo relatado en el Evangelio, en aquel tiempo, en las sinagogas judías, el lector del texto hebreo no hablaba en voz alta ni se dirigía a los asistentes, sino que lo hacía un intermediario, que repetía al pueblo, en voz alta y en arameo, todo lo que el lector decía junto a él en voz baja. También era costumbre que los viernes por la tarde, el ministro de la sinagoga subía a lo más alto de la localidad y desde allí hacía sonar la trompeta para advertir a los trabajadores que se recogiesen de sus trabajos a tiempo, antes de comenzar el reposo sabático.
Sin embargo, los apóstoles oyeron a Jesucristo directamente, fueron privilegiados, entonces deben hacer lo mismo, decirlo de tal modo que llegue el Evangelio a todos, incluso a los que pueden matarles, y les dice que; No teman a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. El alma es inmortal, creencia definitiva del judaísmo ortodoxo contra los saduceos. La idea de aniquilamiento del alma era totalmente ajena a la teología judía. De este modo Jesús afirma: Teman más bien a aquel que puede arrojar el alma y el cuerpo al infierno.
El maestro, con gran pedagogía, les dice: ¿Acaso no se vende un par de pájaros por unas monedas? Y, con todo eso, Sin embargo, ni uno solo de ellos cae en tierra, sin el consentimiento del Padre de ustedes. Y luego les dice; También ustedes tienen contados todos sus cabellos, pero no se perderá un solo cabello de vuestra cabeza, como dice Lucas (Lc 21:18). Esta indicando así la providencia de Dios, y San Pablo habla en términos semejantes (Act 27:34)
Dice Nuestro Señor Jesucristo: No teman entonces, porque valen más que muchos pájaros. De este modo extiende su privilegio sobre los hombres, y más aún sobre ellos, que son sus apóstoles.
Por tanto, que no teman. Si el perseguidor triunfa sobre el cuerpo, es que el Padre lo ha permitido, y tal trato es sólo una forma misteriosa del cuidado del Padre .Sin embargo nos advierte que a lo único que debemos temer, es a no confesarle delante de los hombres, entonces les dice: Al que me reconozca abiertamente ante los hombres, yo lo reconoceré ante mi Padre que está en el cielo. Pero yo renegaré ante mi Padre que está en el cielo de aquel que reniegue de mí ante los hombres. El contexto hace ver que la confesión de Jesús es veredicto inapelable que el Padre ratifica definitivamente. Así es como el martirio es presentado con efecto de ir a dar testimonio por él.
Pidamos al Señor, no avergonzarnos nunca de él, sepamos reconocer el honor que tenemos de ser sus apóstoles, sus enviados y cumplamos fielmente la misión de dar a conocer por todo el mundo a Nuestro Señor Jesucristo.
Somos apóstoles del Señor, y nuestra misión es darlo a conocer, y cuando decimos fielmente, decimos que debemos vivir como apóstol, esto es actuar como tal, ante todos, ante el mundo, sin temor de nuestra misión, porque lo que estamos predicando es el Evangelio, y esta predica se hace en toda y cualquier circunstancia, y ante toda consecuencia.
Es así, como si estamos interesados en salvar al mundo, transmitamos lo que Jesús nos enseñó, como les enseño a sus apóstoles y como ellos a modo de gran ejemplo, lo hicieron, proclamando sin temor, rechazando la injusticia. Hagámoslo entonces abiertamente, con decisión, comprendamos la valentía de los apóstoles amigos de Jesús a través de estos 2000 años, vidas ejemplares y santos que tuvieron la convicción de no tener temor de perder la vida terrenal, y todo lo hicieron por la vida eterna.
Valentía en transmitir y promover nuestra fe, es los que nos pide el Cristo Jesus, con mucha confianza en Dios, sin abandono de él, somos apóstoles del Señor, nos envió para dar a conocer a su Hijo y por nuestro fiel testimonio de Jesucristo, ahora aquí en la tierra, Cristo declarará en nuestro favor ante el Padre que esta en el Cielo.
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