“…TE DI… A LAS NACIONES” (Jeremías 1:5)Si eres un líder, ten presente estas cinco trampas:(1) La necesidad de abarcarlo todo.
Aquellos que logran mucho, normalmente no lo hacen. ¡Sólo tienen una cosa en la mente! Afanarse por ser capaz de hacerlo todo suena muy bien pero, en realidad, te fuerza a invertir tiempo y energía en áreas donde nunca destacarás.(2) La autoridad sin la competencia.
Cada líder goza de autoridad en áreas donde tiene poca o ninguna competencia. Cuando trata de ejercitar autoridad en esas áreas, a menudo obstaculiza todo y a todos los que están a su cargo. Para decirlo “sin rodeos”, hay cosas de las que eres responsable pero en las que no deberías intrometerte.(3) La intoxicación del éxito.
El éxito intoxica y las personas afectadas raramente tienen control firme sobre la realidad. Los líderes asumen con frecuencia que sus competencias fundamentales son más amplias de lo que realmente son. Vemos este rasgo con facilidad en otros, pero es imposible verlo en nosotros mismos. Admitir debilidad no te hace menos efectivo, sólo expresa lo que todos los que están a tu alrededor ya saben desde hace mucho tiempo.(4) La culpabilidad.
Nos sentimos culpables cuando delegamos las tareas en las somos débiles. Suponemos que todos odian hacer lo que nosotros odiamos hacer. ¡Falso! Delegar permite que otro destaque. Tu debilidad es su oportunidad.(5) La falta de voluntad para entrenar a otros.
¡Claro que es más fácil hacer las cosas tú mismo! No obstante, el liderazgo no sólo consiste en hacer las cosas bien, sino de hacerlas bien con la ayuda de otros. Si no puedes encontrar a alguien en quien delegar, “mírate al espejo”. Tu gente está exactamente donde tú la has llevado. Si no tienes a nadie en quien delegar, ¿adivina quien tiene que cambiar?
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