“…A LOS QUE AMAN A DIOS, TODAS LAS COSAS LOS AYUDAN A BIEN…” (Romanos 8:28)
Algunas de las palabras de la Biblia más malentendidas son estas: “…a los que aman a Dios, todas las cosas los ayudan a bien… a los que conforme a su propósito son llamados. A los que antes conoció, también los predestinó para que fueran hechos conformes a la imagen de su Hijo…” (Romanos 8:28,29). Fíjate bien, no dice: “Dios dispone todas las cosas para que salgan de la manera en que queremos”. Hay muchos finales infelices.
¡Solamente en el Cielo se hace todo a la manera de Dios!
Observa las palabras:
(1) “”…a los que aman a Dios…”. Todas las cosas no obran para bien, a menos que ames al Señor y camines en obediencia a Él.
(2) ”…todas las cosas ayudan a bien…”. Al igual que se necesitan muchos ingredientes para hacer un pastel, incluyendo algunos que no tienen buen sabor, diferentes experiencias son necesarias para hacernos semejantes a Cristo.
(3) ”…a bien…”. Mucho de lo que ocurre en nuestras vidas parece malo en el momento pero, a medida que confiamos en Él, Dios saca algo bueno de ello.
(4) ”…a los que conforme a su propósito son llamados”. ¿Cuál es el propósito más sublime que el Señor tiene para ti? “…que fuera(n)[s] hecho(s) conforme(s) a la imagen de su Hijo…”.
Somos como piedras preciosas talladas por el martillo de la experiencia. Si “el martillo de un joyero” no es lo bastante fuerte para desprender tus bordes ásperos, Dios usará “un mazo”. Y si eres obstinado, Él se servirá de “un martillo percutor”. ¡Él empleará todo lo que sea necesario! Por eso Santiago escribió: “…la prueba de vuestra fe produce paciencia” (Santiago 1:3).
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